El Carnaval de Rio no existiría sin la presencia de las escuelas de samba formadas por grupos de personas de los distintos barrios de la ciudad. Los hombres, mujeres y niños de cada barrio se reúnen independientemente de su extracto social para diseñar y realizar todo lo necesario para el Desfile de Samba, incluida la composición de su propia canción de samba.
Cada escuela tiene su propio grupo de baile, sus músicos y un equipo de coreógrafos quienes, junto con los diseñadores de vestuario y carrozas, crean un extraordinario número para el Desfile. El espíritu competitivo de cada escuela permanece fuerte, pero no resta el compañerismo con que cada escuela rivaliza por el título de campeón en el Sambódromo. Su entusiasmo en el Carnaval no tiene parangón y rara vez se vive algo igual en cualquier otro acontecimiento del mundo.
